aquella rosa que perfumo mis dedos,
esa noche cálida de amor cuando tus ojos negros,
por vez primera me reflejaron enamorada.
El silencio extingue los ecos suaves,
de la danza del amor que nos unía,
cuando tu boca apasionada me robaba,
el aliento tiernamente a través de un beso.
Crecieron eternas las distancias que nos alejan,
y aunque sea obstinada mi búsqueda,
por llegar a ese lugar donde te guardas,
me faltan alas y me sobra vida.
Ya no estás, amor, entre tus territorios queridos.
Se inmovilizó tu corazón fatigado,
y aunque no pueda aceptarlo debo hacerlo,
a mi recorrer el tiempo le faltará tu protectora sombra.